Nefilim y Angeles Rebeldes

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Nefilim y Angeles Rebeldes

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Angelology
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Danielle Trussoni

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En los años anteriores al diluvio universal, cuando el cielo envió una armada de 200 ángeles llamados guardianes para controlar las actividades de la creación.  El guardián jefe, según relatos, tenía por nombre Semyaza; era bello y autoritario, la viva imagen del comportamiento angelical.  Su piel blanca como la cal, sus ojos claros y su cabello dorado, establecian el ideal de la belleza celestial.  Al mando de 200 ángeles atravezando la bóveda celeste. Semyaza se detuvo a descansar en el mundo material.  Entre los que estaban a su cargo se encontraban: Arakiba, Rameel, Tamiel, Ramuel, Danel, Ezeqeel, Baraqel, Asael, Armaros, Batrael, Anane, Zagiel, Samsaveel, Satarel, Turael, Yomyael, Kokabel, Araqiel, Shamsiel y Sariel.

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>> Los ángeles se movían entre los hijos de Adán y Eva sin ser vistos, vivían tranquilamente entre las sombras, escondiéndose en las montañas, refugiándose donde la humanidad no pudiera encontrarlos.  Viajaban de región en región siguiendo los movimientos de los hombres, y de esta forma descubrieron las populosas civilizaciones a orillas del Ganges, El Niolo, El Jordán y el Amazonas.  Habitaban en silencio en las regiones periféricas a la actividad humana, observando como era su deber, el comportamiento de los hombres.

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>> Una tarde en tiempos de Jared, cuando los guardianes estaban reunidos en el Monte Hermón, Semyaza, vió a una mujer bañándose en un lago, con el cabello castaño arremolinado a su alrededor.  Llamó a los guardianes al brode de la montañay, juntos, los majestuosos seres contemplaron a la mujer.  Según numerosas fuentes doctrinales, fue entonces cuando Semyaza sugirió a los guardianes que escogiesen mujeres entre las hijas de los hombres.

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>> En cuanto hubo pronunciado esas palabras, Semyaza se vió asaltado por la ansiedad.  conciente del castigo a la desobediencia –había presenciado la caída de los ángeles rebeldes–, se reafirmó en su plan, Dijo: >

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>> Los Guardianes hicieron un pacto con Semyaza y juraron que sufrirían el castigo con su líder.  Sabían que la unión estaba prohibida y que su pacto transgredía todas las leyes del cielo y de la tierra.  Aún así descendieron del Monte Hermóny se presentaron ante las mujeres Humanas.  Estas tomaron por maridos a las extrañas criaturas y pronto quedaron embarazadas. Después de algún tiempo nacieron los hijos de los guardianes y sus esposas. Las nuevas criaturas recibieron el nombre de nefilim.

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>> Los guardianes observaron a sus hijos mientras crecían.  Vieron que eran diferentes de sus madres y también eran diferentes de los ángeles.  Sus hijas eran más altas y más elegantes que las mujeres humanas, eran intuitivas y psiquicas, poseían la belleza física de los ángeles.  Los niños eran más altos y más fuertes que los hombres normales, razonaban con sagacidad, poseían la inteligencia del mundo espiritual.  Como regalo, los guardianes reunieron a sus hijos y los instruyeron en el arte de la guerra.  Enseñaron a los varones los secretos del fuego:  Cómo encenderlo y mantenerlo, cómo utilizarlos para cocinar y para obtener energía.  Ese regalo fue tan preciado que los guardianes se convirtieron en mitos en las leyendas humanas, en particular en la historia de Prometeo.

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Enseñaron a sus hijos la metalurgia, un arte que los ángeles habían perfeccionado pero que habían mantenido oculto a la humanidad.  Les mostraron el arte de convertir los metales preciosos en brazaletes, anillos y collares.  El oro y las piedras preciosas fueron extraidos del suelo, pulidos y convertidos en objetos y se les asignó un valor:  Los nefilim acumularon su riqueza, atesorando oro y grano.  Los guardianes mostraron a sus hijas como utilizar los tintes para la tela y como dar color a sus párpados con relucientes minerales molidos en polvo.  Adornaron a sus hijas, desatando los celos de las mujeres humanas.

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>> Los guardianes enseñaron a sus hijos como diseñar herramientas que los harían más fuertes que los hombres, instruyéndolos para que fundieran metales y forjaran espadas, cuchillos, escudos, petos y puntas de flecha.  Comprendiendo el poder que les daban las herramientas, los nefilim ocultaron arsenales de armas resistentes y afiladas. Cazaron y almacenaron carne. Protegieron sus pertenencias con violencia.

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>> Y hubo otros regalos que los guardianes dieron también a sus hijos.  Enseñaron a sus esposas y a sus hijas secretos aún más poderosos que el fuego o la metalurgia. separaron a las mujeres de los hombres, alejándolas de la ciudad e internándose con ellas en las profundidades de las montañas, donde les mostraron como hacer conjuros y utilizar hierbas y raíces como medicinas.  Compartieron con ellas el secreto de las artes mágicas, enseñándoles un sistema de símbolos para recordar sus hechizos.  Muy pronto circularon rollos de pergamino entre ellas.  Las mujeres, que hasta entonces habían estado a merced de la fuerza de los hombres, se volvieron poderosas y peligrosas.

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>> Los guardianes revelaron cada vez más secretos celestiales a sus esposas y a sus hijas:

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– Baraqel les enseñó astrología.

– Kokabel les enseñó a leer presagios en las constelaciones.

– Ezeqeel les dió el conocimiento de las nubes.

– Araqiel las instruyó en las señales de la tierra.

– Shamsiel dibujó las señales de la luna.

– Armaros les enseñó a romper hechizos.

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>> Con estos dones los nefilim se organizaron como una tribu, se armaron y se apoderaron de la tierra y de los recursos.  Perfeccionaron el arte de la guerra.  Acapararon cada vez más poder sobre la humanidad.  Se tenían por los señores de la tierra, y se apoderaron de grandes extensiones de terreno y reclamaron los reinos como suyos.  Esclavisaron a otros e hicieron banderas para representar a sus ejércitos.

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Dividieron sus reinos, destinaron a los hombres a ser soldados, mercaderes y jornaleros a su servicio.  Pertrechados de los secretos eternos y su ansia de poder, los nefilim dominaron a la humanidad.

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>> Mientras ellos gobernaban sobre la tierra y los hombres perecían, la humanidad pidió ayuda al cielo. Miguel, uriel, Rafael y Gabriel, los arcángeles que habían observado a los guardianes desde que bajaron al mundo, también controlaban el progreso de los nefilim.

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>> Cuando se les ordenó, los arcángeles se enfrentaron a los guardianes, rodearon a sus hermanos con un anillo de fuego y los desarmaron.  Una vez derrotados, les pusieron grilletes y los condujeron a una caverna remota y despoblada en lo más alto de las montañas.  Al borde del abismo, cargados con pesadas cadenas, se ordenó a los guardianes que descendieran.  Estos cayeron a través de una grieta en la corteza terrestre, descendiendo cada vez más hasta que llegaron a una prisión de oscuridad.  Desde las profundidades se lamentaron por el aire, la luz y la libertad que habían perdido.  Separados del cielo y de la tierra, esperando el día de su liberación, rezaron por el perdón del cielo.  Llamaron a sus hijos para que los salvasen.  Pero Dios ignoró sus súplicas.  Y los nefilim no acudieron.

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>> El arcángel Gabriel, mensajero de las buenas nuevas, no pudo soportar el tormento de los guardianes y, en un momento de piedad, arrojó su lira a sus hermanos caídos para que pudieran apaciguar su sufrimiento con un poco de música.  Mientras la lira caía, Gabriel se dió cuenta de su error:  La música del instrumento era seductora y poderosa.  La lira se podía usar en beneficio de los guardianes.

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>> Con el paso del tiempo, la prisión de granito de los guardianes fue conocida como el averno, la tierra de los muertos a la que descendían los héroes para encontrar la vida eterna y la sabiduría.  Tártaro, Hades, Kurnugia, Annwn, Infierno…

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Las leyendas crecieron mientras que los guardianes, encadenados en su gruta, gritaban por su liberación. Incluso en la actualidad, en algún lugar de las profundidades de la tierra, gritan para ser salvados.

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>> La razón por la cual los nefilim no acudieron a la llamada de sus padres ha sido una fuente de especulación.  Seguramente los nefilim habrían sido más fuertes con la ayuda de los guardianes, y seguramente les habrían ayudado a liberarse si hubieran tenido el poder para hacerlo.  Pero la prisión de los guardianes sigue siendo un lugar desconocido.

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— En lo alto de las montañas, bajo un saliente que los protegía de la lluvia, los nefilim estaban juntos, suplicando consejo a las hijas de Semyaza y los hijos de Azazel, a los que consideraban sus líderes después de que los guardianes hubieran sido arrojados bajo tierra.  El hijo mayor de Azazel dió un paso al frente y se dirigió a la multitud interminable de pálidos gigantes que llenaban el valle a sus pies.

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>> Dijo: >.

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>> Era bien conocido que Noé tenía tres hijos y que estos hijos habían sido escogidos para ayudarlo en la construcción de su arca.  El hijo de Azazel anunció que iría hasta la costa en la que Noé estaba cargando su barco con animales y plantas, y que descubriría una forma de infiltrarse en el arca.  Llevando consigo a la hechicera más poderosa, la hija mayor de Semyaza, abandonó a los nefilim diciendo: >

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>> Juntos, el hijo de Azazel y la hija de Semyaza descendieron el empinado sendero de montaña bajo la insesante lluvia y se abrieron camino hasta la costa.  En el Mar Negro, reinaba el caos.  Noé había advertido del diluvio durante muchos meses, pero sus paisanos no le habían prestado la más mínima atención.  Habían seguido con sus fiestas, sus bailes y sus sueños, felices al borde de la destrucción total.  Se habían reido de Noé, y algunos incluso se habñian acercado al arca, burlándose, mientras el cargaba a bordo comida y agua.

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>> Durante algunos días, el hijo de Azazel y la hija de Semyaza contemplaron las idas y venidas de los hijos de Noé.  Se llamaban Sem, Cam y Jafet, y cada uno era diferente de los demás.  Sem el mayor, tenía el cabello oscuro y los ojos verdes, unas manos elegantes y una forma brillante de hablar; Cam era más moreno que Sem, con unos enormes ojos castaños, una gran fuerza y buenos sentidos; Jafet tenía la piel clara, el cabello rubio y los ojos azules, era el más frágil y delgado de los tres.  Sem y Cam no se cansaban mientras ayudaban a su padre a cargar los animales, los sacos de comida y las jarras de agua; en cambio, Jafet trabajaba con lentitud.  Los tres hermanos llevaban casados mucho tiempo, y de ellos Noé tenía muchos nietos.

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>> La hija de Semyaza vió que la apariencia de jafet era muy parecida a la de los suyos, por lo que decidió que ese era el hermano que debía tomar su compañero.  Los nefilim esperaron durante muchos dias, vigilando, hasta que Noéhubo cargado los últimos animales en el arca.  El hijo de Azazel se acercó al gran barco y su inmensa sombra lo cubrió mientras llamaba a Jafet.

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>> El benjamín de Noé se asomó por la borda del arca, sus mechones rubios caían sobre sus ojos.  El hijo de Azazel le pidió entonces a Jafet que lo acompañara lejos de la orilla por un sendero que conducía a las profundidades del bosque.  Los arcángeles de guardia en la proa y en la popa del arca, inspeccionando cada objeto que entraba y salía de la nave para que se ajustase a los dictados de Dios, no prestaron atención a Jafet cuando este abandonó el navío y siguió hasta el bosque luminoso desconocido.

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>> Mientras Jafet seguía al hijo de Azazel hacia la floresta, las gotas golpeaban las hojas de las copas de los árboles, reverberando como truenos.  Jafet estaba sin aliento cuando alcanzó al majestuoso extraño y con la voz entrecortada preguntó:  ¿Qué quieres de mi?.

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>> El hijo de Azazel no contestó, sino que rodeó el cuello del hijo de Noécon sus dedos y apretó hasta que sintió como se rompían los frágiles huesos de la garganta.  En ese instante, antes incljuso de que el diluvio barriese de la faz de la tierra a las malvadas criaturas, fracasó el plan de Dios de purgar el mundo.  El futuro de la raza nefilim se consolidó y el nuevo mundo se materializó.

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>> La hija de Semyaza abandonó su escondite en el bosque y puso las manos sobre la cara del hijo de Azazel.  Conocía de memoria los encantamientos que le había enseñado su padre, y al tocar al hijo de Azazel su aspecto cambió:  Su belleza luminosa se atenuó, y sus rasgos angelicales desaparecieron.  Ella susurró palabras en su oido y él se transformó en la viva imagen de jafet.  Debilitado por la transformación, se alejó tambaleante de la hija de Semyaza y atravesó el bosque de regreso al arca.

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>> Cuando la esposa de Noé miró a su hijo supo al instante que había cambiado.  Su rostro era el mismo y su apariencia también, pero algo en su comportamiento resulta extraño, y por eso le preguntó donde había estado y qué le había ocurrido.  El hijo de Azazel no sabía hablar el lenguaje de los hombres, de manera que permaneció en silencio, aterrorizando aún más a su madre.  Mandó llamar entonces a la esposa de Jafet una mujer encantadora que conocía a su hijo desde la infancia.  Ella también descubrió la corrupción de su Jafet, pero como su apariencia externa era idéntica a la del hombre con el que se había casado, no acertó a decir en qué había cambiado.  Los hermanos de Jafet le rehuían, temerosos de su presencia.  Aun así, Jafet permaneció a bordo del arca cuando el agua empezó a arrasar la tierra. Era el decimoséptimo día del segundo mes.  El diluvio había comenzado.

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>> La lluvia cayó sobre el arca, anegando valles y ciudades.  El agua alcanzó el pie de las montañas y después la cima.  Los nefilim contemplaron cómo ésta subía cada vez más, hasta que no pudieron ver la tierra.  Los guepardos y los leopardos, aterrorizados, se encaramaban a los árboles; los terribles aullidos de los lobos moribundos reverberaban en el aire.  Una jirafa se encontraba en lo alto de una solitaria colina, con el agua cubriendo su cuerpo mientras estiraba más y más el cuello hasta que el agua la sumergió.  Los cuerpos de humanos, animales y nefilim flotaban como libélulas sobre la superficie del mundo, mesiéndose con las mareas, pudriéndose y hundiénndose hasta el fondo del océano. Marañas de cabellos y extremidades golpean contra la proa del arca de Noé, emergiendo y desapareciendo en el agua espesa.  El aire se volvió dulce por el olor de la carne asada al sol.

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>> El arca flotó a la deriva sobre la tierra hasta el vigésimo séptimo día del segundo més del año siguiente,  un total de trescientos setenta días.  Noé y su familia no se encontraron con nada, excepto con una muerte infinita y un agua infinita, una sábana gris de lluvia en constante movimiento, su horizonte cubierto de olas hasta donde alcanzaba la vista, agua y más agua, un mundo sin costas, carente de solidéz.  Flotaron sobre la superficie del mar durante tanto tiempo que agotaron sus reservas de vino grano, y sobrevivieron a base de huevos de gallina y agua.

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>> Cuando el arca encalló y las aguas se retiraron.  Noé y su familia liberaron a los animales del vientre del barco, cogieron sus sacos de semillas y las plantaron.  Al poco tiempo, los hijos de Noé empezaron a repoblar el mundo.  Los arcángeles, cumpliendo la voluntad de Dios, acudieron en su ayuda, otorgando gran fertilidad a los animales, la tierra y las mujeres.  Las cosechas contaron con el sol y la lluvia; los animales hallaron suficiente alimento; las mujeres no perecían al dar a luz.  Todo crecía.  Nada moría.  El mundo empezó de nuevo.

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>> Los hijos de Noé reclamaban como propio todo lo que veían.  Se convirtieron en patriarcas, cada uno fundó una raza de la humanidad.  Emigraron a todos los confines del planeta, estableciendo dinastías que incluso en la actualidad distinguimos.  Sem, el hijo mayor; viajó a oriente medio y fundó las tribus Semitas; Cam, el segundo, se trasladó hasta el ecuador, internándose en Africa, y creó la tribu Camita, y Jafet, o mejor dicho, la criatura que se hacía pasar por Jafet, tomó la zona entre el Mediterráneo y el Atlántico y fundó lo que un día llamaríamos Europa.  La progenie de Jafet nos ha acosado desde entonces.

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Texto: Libro Angeolology

Autora: Danielle Trussoni.

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